Prensa Mincyt/IVIC/Edith García.- La pandemia de COVID-19 ocasionó que grandes laboratorios pusieran a prueba su inventiva en la producción de vacunas ante una emergencia que no podía esperar. De allí que muchas han sido las plataformas que se han empleado para producir vacunas que frenen el avance de esta enfermedad.
Durante su participación en el V Congreso de Ciencia, Tecnología e Innovación, Alexis García, investigador principal del ensayo clínico de la vacuna Sputnik V en Venezuela, explicó que, para producir una vacuna existen varias vías: la tradicional que se llama inactivación, que no es otra cosa que eliminar el agente o el microorganismo que produce la infección; en este caso, el virus que produce el SARS-CoV-2. Esto se hace a través de agentes químicos y, posteriormente, a ese virus inactivado se le agrega una sustancia que se llama adyuvante, siendo la más utilizada las sales de aluminio.
“Tenemos otras vías que son más novedosas; entre las que se encuentran las vacunas ARN mensajero, plataforma en la que se viene trabajando desde hace 10 años aproximadamente. También existe la tipo de vacunas que utilizan vectores virales que no tienen capacidad de replicarse. Esta plataforma se viene explorando desde hace unos 20 años y es la que utiliza la Sputnik V, que es la vacuna con la que se hizo el estudio clínico aquí en Venezuela. Dicha vacuna tiene dos vectores virales sin capacidad de replicarse; es decir: es heteróloga, el primer componente es un adenovirus 26 y el segundo componente es adenovirus 5”, destacó el investigador.
Es bien conocido que, para producir una vacuna, generalmente, se toman entre 10 y 15 años de investigación y desarrollo a través de un proceso in vitro que es en los laboratorios, luego se pasa a la fase preclínica, donde se hace el estudio a modelos animales incluyendo primates, no humanos y, luego, se pasa a la fase clínica, que es cuando se estudia la vacuna en seres humanos. En esta fase, se evalúa la seguridad, la respuesta inmunológica, y finalmente la eficacia.
“Había mucho temor porque estamos hablando de 10 a 15 años y la vacuna contra el SARS-CoV-2 la obtuvimos en aproximadamente un año. Las primeras dosis de la vacuna contra el SARS-CoV-2 se comenzaron a colocar en diciembre del año 2020; es decir: que en menos de un año se logró tener una vacuna y se comenzó a utilizar en seres humanos. Todos los pasos se cumplieron. Lo único fue que se acortaron porque estábamos ante una emergencia sanitaria a nivel mundial. Estábamos ante una pandemia y había que acelerar todos estos pasos y, afortunadamente, también teníamos a la mano las herramientas biotecnológicas para producir una vacuna en tan corto tiempo”.
Vacunas novedosas
Para la fecha, se cuentan con las vacunas producidas con las plataformas de ARN mensajero, las vacunas de vectores virales, en este caso la Spuknit V, es una de las que utiliza este sistema; pero hay otras vacunas que también utilizan estos sistemas, como es la AstraZeneca o la Janssen de Johnson & Johnson.
“En el caso de los virus inactivados, contamos con dos vacunas actualmente en Venezuela, ambas de origen chino, una es la vacuna Sinopharm y la otra es Sinovac, lo que hace es cultivar el virus en una línea celular que en este caso se llama Vero. Ese virus se purifica y una vez purificado se le agrega una sustancia llamada la Vero prolactina que lo va a inactivar y el adyuvante hidróxido de aluminio que va a ser que la respuesta inmunológica sea más robusta”.
Explicó García que otra forma novedosa de hacer vacunas es con nanopartículas. “En una célula de polilla se le insertó el gen que codifica para la proteína de la espícula. Esa proteína de la espiga luego se ancla en un nanotubo compuesto de lípidos, se le agrega el adyuvante saponina recombinante, porque ha sido modificado desde el punto de vista genético para que sea más potente, y esa es una de las formas de hacer una vacuna. De esa vacuna, ya se publicó la fase tres. Es de un laboratorio que se llama Novavax y también ya fue aprobada como vacuna de emergencia”.