Prensa Mincyt/Karina Depablos.- De acuerdo con la investigadora mexicana, Katya Colmenares Lizárraga, la generación de conocimientos es una actividad eminentemente humana, es una actividad del pueblo que llevamos adelante todos los días, entre todos y todas; sin embargo, aclaró que la modernidad cambió la orientación de la razón y le arrancó sus potencias ética y crítica.
Durante la apertura de la plenaria del V Congreso Venezolano de Ciencia, Tecnología e Innovación (Covecyti), Colmenares comentó que la razón humana tiene la capacidad no solo de evaluar los estímulos externos, sino que también tiene la posibilidad de pensarse a sí misma. Entre sus posibilidades, es autorreflexiva y libre; en otras palabras: puede elegir sus propios fines y establecer las mediaciones necesarias para lograr lo empíricamente posible.
“Como racionalidad instrumental, puede dedicar todos sus esfuerzos a desarrollar una vacuna contra la COVID-19 para salvar la vida de la humanidad, pero también puede dedicarse a producir una enfermedad que termine con la vida de los seres humanos con menores posibilidades de adaptación; puede también producir una bomba para destruir el planeta. Todo eso puede hacer la razón; la diferencia entre uno y otro camino constituye una elección crítica de la razón y una elección ética de la razón en el establecimiento de sus fines”, manifestó.
En este sentido, la profesora y filósofa indicó que, en la modernidad, todos han sido testigos del desfase de la razón humana como consecuencia del desarrollo de un tipo de vida, el capitalismo, por lo que ponerse al servicio de la vida constituye la alineación de la razón, de su propio ser como actualización de su propio contenido.
“La razón moderna es fruto de una experiencia vital que atraviesa la configuración de Europa, como potencia imperial, y trata del desarrollo de un modo de vida con pretensión de dominio y avanza construyendo una torre de Babel que avasalla toda diferencia: es el imperio del uno en el que todo lo otro solo puede ser interpretado como inferior. Encontramos gérmenes de este tipo de racionalidad en la visión dualista del mundo griego que reflejan sobre el mundo una jerarquización de la realidad, a partir de contrarios y, de esta manera, va fundamentando un modo de vida completo en base a la guerra”, enfatizó.
Para la especialista, todas las estructuras, como la ciencia, la economía y la política, se fueron alineando en virtud del aumento de la tasa de ganancia al servicio del individuo, y en este trasfondo surge el modo de producción capitalista que destruye la vida comunitaria.
“La sociedad moderna es una sociedad cifrada, construida a partir de individuos que buscan su propio interés; en la comunidad, tenemos una subjetividad que ve por el bienestar colectivo, pero en la sociedad moderna tenemos individuos en donde cada uno busca su propio interés. Pensemos si cada uno busca su propio interés, la sociedad moderna se va a reproducir lógicamente como una guerra de todos contra todos”, señaló.
Reiteró que la sociedad moderna supone una estructura objeto, en donde el individuo es el sujeto y todo lo que está a su alrededor es constituido como objeto de su interés, por lo que lo importante aquí es que esta estructura no es solo una estructura social o una estructura política, sino que conlleva, de manera inmediata, una visión epistemológica, un modo de ver el mundo moderno.
“El modo de vida moderno desarrolló, desde el punto de vista epistemológico, una comprensión de ciencia que le permitiera reproducir en concreto y que diera un sustento ideológico. Por eso, todo cuadra: la lógica moderna, la política moderna, la economía moderna, la ciencia moderna. El encanto de la ciencia moderna radica en su coherencia. El individuo moderno es un sujeto autocentrado, que se tiene a sí mismo como su propio centro, egológico, y lo va a proyectar sobre toda la realidad, y el efecto de esta proyección es la magia de la identificación de la racionalidad de la sociedad moderna con la lógica del capitalismo”, subrayó.
Según la filósofa el curso de la historia ha mostrado que, por ejemplo, los pobres, los desplazados y la crisis de la naturaleza son condiciones ‘necesarias’ para poder justificar el desarrollo de la razón.
“Con la obra de (Friedrich) Hegel se consolida el modo de vida moderno como el más verdadero, racional, más humano y más desarrollado, pero, entonces, todos los efectos negativos, no excepcionales del capitalismo van a ser asumidos como consecuencias necesarias del desarrollo. Lo que se proponía era contribuir con su reflexión a una transformación, él decía moral y espiritual para poder construir un Estado racional, verdadero y empezó a desarrollar un pensamiento que se elevó al punto de creer que la razón lo era todo”, acotó.
La filósofa explicó que la modernidad indica una inversión completa de la realidad, en la cual la autoreflexibilidad del individuo ha producido un mundo a su imagen y semejanza, y esto se encuentra en las instituciones, leyes, teorías, decisiones políticas y económicas, en la vida moderna, en la producción de las mercancías y del conocimiento.
“No es difícil de entender que la ciencia moderna le sirva de manera tan eficiente al desarrollo del capitalismo; tiene la misma lógica. Hegel, cuando parte de la realidad moderna y la comprende como realidad sin más, lo único que hace es tomar el contenido de la vida moderna, producir una abstracción, quitarle su contenido más real, volverlo una figura lógica y, después, lo lanza en toda su pureza, en toda abstracción como una expresión lógica y la entrega a la historia, la pone en un lugar tal, que es muy difícil de hacerle la crítica”, remarcó.
Avanzar hacia otro lugar
La filósofa mexicana, Katya Colmenares Lizárraga, declaró que la estructura y los principios fundantes de la ciencia moderna, de la vida moderna, no sirven para nada si el objetivo es avanzar hacia otro lugar.
“La ciencia moderna nos encubre lo esencial, nos encubre la vida, y su realidad nos encubre la necesidad de pensarnos como comunidad. La vida se ha desarrollado de múltiples maneras. La modernidad ha sido una manera en la cual se desarrolló un modo de vida, pero no es el único, no es el más racional, el más universal y eso lo podemos entender a partir de las consecuencias que ha producido. Ningún sistema civilizatorio anterior a la modernidad había producido tales efectos negativos”, recalcó.
Expuso que el concepto actual de ciencia implicó la separación explícita de la ética; es decir: es un concepto que quitó su propia posibilidad la crítica, su carácter específico y disciplinario. Además, subrayó que esto impide precisamente ver que la ciencia pierde la visión completa y produce una banalización de sus acciones.
“La ciencia no puede quedarse en una visión parcial pues pierde la dimensión real de sus actos. En su crítica de la Revolución boliviana, Juan Bautista dijo algo que a mí me llamó la atención: sostiene que el desarrollo, el cerebro más complejo se ha encontrado en el cerebro con mayor conciencia ética. En general, la educación que se nos inculca en la modernidad es abrazar el conocimiento matemático como el conocimiento más desarrollado y el que posibilita las mayores facultades en el ser humano y en su capacidad intelectiva y racional”, agregó.
Para Colmenares, lo que sugiere Juan José Bautista es que la tendencia del mundo anglosajón abandona la responsabilidad ética y moral, lo que se traduciría básicamente en un achicamiento de los cerebros.
“El punto es cómo podemos volver a reconectarnos con la vida, pues la obra de José Bautista nos conduce a trascender la modernidad y su razón a través del modo de vida de los pueblos originarios. Ellos mantienen conexión con la vida a través de la relación filial con la madre naturaleza. En la comunidad, el ser humano se relaciona con la naturaleza en términos de sujeto-sujeto, es otro paradigma epistemológico, es completamente distinto”, aclaró.
La investigadora insistió en que la humanidad debe producir un nuevo concepto de ciencia que esté ligado en su fundamento con la ética.
“Hoy más que nunca tenemos que ir separando la ciencia del modo de producción capitalista; tenemos que mostrar que hay otra manera de hacer ciencia. Tenemos que arrancarla de la valorización del valor, del aumento de la tasa de ganancia a la que está ligada, y a la que han puesto, ahora, en pandemia. Significa que se decide científicamente quién vive, quién muere; se decide dónde poner económicamente, dónde poner los recursos y se dice que la ciencia es una cuestión de racionalidad; pero, en la realidad, la ciencia está financiada para ciertos proyectos y no para otros proyectos”, puntualizó.
La profesora afirmó que la cuestión no es pasar de un pensamiento a otro, sino que se trata de pasar de un modo de vida moderno a otro modo de vida que no sea moderno.
“El poder recuperar las relaciones comunitarias resulta vital, y por eso Venezuela yo la veo crecer en ese sentido; va mucho más adelante de lo que van otros procesos, porque se ha dado cuenta, y en esto Hugo Chávez también fue una luz que ha dejado sembrada en el pueblo, y esta dice: tenemos que producir comunidad”, alertó.
