Ministra de Ciencia: “Promover el conocimiento materno es una forma de construir paz”

Prensa Mincyt/Karina Depablos.- En el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer, la ministra del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez-Ramírez, aseguró que las venezolanas no conciben la vida sin ser parte de una comunidad, por lo que han logrado ocupar lugares importantes, para trabajar por la construcción de bienestar colectivo y para luchar en contra del modelo impuesto de dominación.

Durante su intervención en el V Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Jiménez-Ramírez reiteró que el aporte de las mujeres venezolanas en el campo de la investigación es extraordinario, tanto que la Unesco reconoce que las féminas ocupan el 60 % del sector científico nacional.

“¿Cómo hacemos para pensar fuera de los vagones de la ciencia moderna colonial patriarcal? Creando comunidad, entendiendo que la generación de conocimiento ocurre en el campo, en la cotidianidad, ocurre en el ejercicio de las madres, en los barrios. Ocurre en cómo nos comunicamos. En cómo sentimos y en cómo nos entendemos. En cómo reconocemos las minorías y en cómo somos capaces de democratizar el conocimiento. ¿Cuál es el aporte de las mujeres a la ciencia como patrón de conocimiento? Hoy, el 70 % de la red de vigilancia genómica para la pandemia lo hacen las mujeres de Venezuela, eso es un gran aporte”, declaró.

De acuerdo con la titular de la cartera científica, las mujeres representan el 65 % de la Alianza Científico-Campesina, un plan nacional que, a la fecha, sustituye importaciones por el orden de los 400 millones de dólares, solo en semilla de papa.

“El debate sobre la participación de las mujeres en la ciencia debe estar enfocado en el patrón de conocimiento impuesto. Cómo favorecer lo femenino, el sentipensar en la interpretación, en la comunicación y en la socialización de los saberes y los conocimientos; la ciencia moderna impuesta por el capital está perfectamente diseñada para justificar los modelos de dominación y actúa sobre una lógica capitalista y depredadora que nos trae como consecuencia: la crisis climática”, expresó.

En este sentido, aseveró que el modelo actual fortalece las desigualdades y la mercantilización de la vida, por ejemplo, con las patentes de los medicamentos para atender la pandemia

“La ciencia moderna niega los saberes ancestrales y no reconoce el buen vivir como una forma de construcción colectiva de saberes y conocimientos; aborda problemas pero no las crisis, y las crisis nos convocan a entender el origen y la historia, el entorno y cómo nos relacionamos. ¿Cómo romper con el conocimiento patriarcal aprendido? Construyendo redes de intercambio, una red de solidaridad y de complementariedad para las mujeres”, enfatizó.

Para la ministra, la Alianza Científico-Campesina es un ejemplo de comunidad y de redes de intercambio puesto que ya se encuentra en 17 estados del país con 3500 familias campesinas.

“La Cayapa Heroica también es un ejemplo que hoy sustituye importaciones por 16 millones de dólares. La formación horizontal permanente, mujer-mujer, niña-niña, adolescente-adolescente es una forma de romper con el modelo impuesto de dominación y descolonizar los procesos y las formas de producción”, subrayó.

La ministra insistió en que, en Venezuela, no se promueve la privatización del conocimiento sino que se trabaja para promover la comunalización de la ciencia, para habitar espacios y transformarlos con el fin de construir un nuevo modelo de encuentro enfocado en innovar, crear pero sobre todo resistir.

Finalmente, invitó a todos y a todas a trabajar para profundizar la actividad de todo el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, “porque cada venezolana y cada venezolano tiene una responsabilidad en la construcción y generación de conocimientos, en repensarnos, en reencontrarnos, en reinventarnos y en generar nuestra propia ciencia otra”.

43 % de las mujeres venezolanas han participado en redes de salud contra la COVID

Prensa Mincyt/Gustavo Rangel.- Desde el inicio del confinamiento comunitario por la pandemia de COVID-19 durante el pasado año, un 43 por ciento de las mujeres de nuestro país han participado en las diferentes redes de salud que se han creado para prevenir la propagación de esta enfermedad que ha dejado varios millones de fallecidos en el mundo, según demostró un trabajo desarrollado por un grupo de investigadoras en el cual se intenta dilucidar el impacto que ha tenido  la pandemia y las medidas coercitivas unilaterales impuestas por Estados Unidos en las féminas venezolanas.

Los resultados de este trabajo fueron expuestos en el foro digital “Mujeres viviendo la pandemia en Venezuela” en donde se detalló que la referida encuesta demostró que la actual pandemia ha permitido a las féminas reconocer la importancia no solo del cuidado de la familia, sino también del “cuidado de sí” en materia de prevención de la salud y la valoración de la vida.

“El cuidado de sí, en salud, es considerado un proceso dinámico de reflexión, de autocrítica, sobre estilos y modos de vida asumidos. Implica responsabilidad individual y colectiva para proteger la salud, la vida, el equilibrio”, detalló María Cristina González, catedrática de la Universidad de Carabobo que participó en el desarrollo de este trabajo de investigación.

González enfatizó que el reconocimiento del “cuidado de sí” lleva implícito un proceso de empoderamiento  y de autonomía para la autogestión, para impulsar todas las capacidades y potencialidades propias, así como para el control de la salud. “Este es un hecho que nos parece muy importante», por lo que significa pensarse, como mujeres con derechos y posibilidades, en un proceso de vinculación comunitaria, enfatizó.

La científica social indicó que, conforme a lo recogido en la referida encuesta, las mujeres imaginan su vida después de la pandemia “más conscientes, más esperanzadas, más serenas, más espirituales, más solidarias, más calmadas”.

En este sentido, explicó que estas expectativas de las mujeres están vinculadas  con la espiritualidad, los circuitos de cuidado establecidos y con las formas de trabajo productivo que han reinventado para mantenerse activas y atraer recursos al hogar.

Las mujeres, las más afectadas por la COVID-19 y el bloqueo imperial en Venezuela

Prensa Mincyt/Karina Depablos.- Un reciente estudio reveló que las mujeres en Venezuela han sentido con mayor impacto los estragos de la pandemia de COVID-19 y el constante asedio imperial.

Este proyecto es una iniciativa de un grupo de féminas especialistas de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la Universidad de Carabobo (UC), la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) y el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), y tiene como finalidad descubrir, en este sector de la población, los efectos emocionales, sociales y económicos que ha generado el confinamiento por la COVID-19, así como las medidas coercitivas impuestas por el Gobierno de EE. UU.

La doctora en Ciencias Sociales Mitzy Flores explicó que el estudio se basó en una encuesta aplicada a 530 mujeres, mayores de 35 años de edad, de todo el país, para analizar los temas que más las agobian en un momento crítico para el mundo por la pandemia del nuevo coronavirus y, en Venezuela, por los constantes ataques que afectan seriamente la economía y  sectores tan esenciales como los servicios médicos. 

“El 73 % de las mujeres que contestaron el cuestionario son jefas de familia y el 91 % son responsables del trabajo doméstico en el hogar. El tema que más las ha afectado es el acceso a la salud, medicinas y servicios básicos, como el agua, porque sienten que es muy difícil cumplir con las medidas de bioseguridad, si no cuentan con el vital líquido”, señaló.

Con base en las respuestas de las féminas, Flores, quien también tiene experticia en Políticas Públicas y Justicia de Género, declaró que la mujer venezolana siente la obligación de cuidar y proteger a su núcleo familiar por lo que, aparte de los problemas cotidianos, recibe una carga emocional extra que la lleva a estar exhausta y abrumada.

“Culturalmente, la sociedad les atribuye a las mujeres responsabilidades y roles específicos, y esto es un peso adicional para las mujeres, a diferencia de los hombres. Es una construcción social. La pandemia dejó ver lo que ocurre en el país y el mundo: la inequidad de género. El aislamiento social agudizó la situación que veníamos viviendo. Es una rareza en las familias venezolanas que el trabajo doméstico se comparta con la pareja; no es compartido”, enfatizó.

Una luz de esperanza

Durante su participación en el programa radiofónico Date con la ciencia, la investigadora Mitzy Flores aseguró que, aunque el estudio reveló que las venezolanas han padecido bastante en un año de cuarentena, también mostró que las mujeres usaron sus propios mecanismos para sostener y preservar la vida.

“Nuestra investigación dejó ver que la venezolana supo responder a la pandemia y se mantuvo activa y productiva.  Las encuestadas buscaron siempre hacer otras cosas, buscaron apoyo en redes comunitarias, vecinales, con organización social lucharon para cubrir sus necesidades básicas”, subrayó.

En tal sentido, Flores indicó que uno de los aspectos más significativos del estudio fue que la población femenina respondió que se sentían sobrecargadas y cansadas, pero aseguraron que mantenían una actitud muy optimista y esperanzadora cuando pensaban en el futuro.

“Ante la pregunta de la vida pospandemia,  86.7 % de nuestras mujeres  piensa que la vida va a cambiar y sus expectativas son muy positivas. Eso demuestra que ante la adversidad ellas ven una oportunidad de crecer y de contribuir a cuidar y velar por el bienestar de las familias”, puntualizó.

Lado oscuro del aislamiento

Sobre la convivencia en tiempos de confinamiento comunitario, la científica Mitzy Flores declaró que, a nivel mundial, la violencia de género ha aumentado notablemente durante la cuarentena por la COVID-19.

“El confinamiento, el aislamiento social ha aumentado los números de violencia contra las mujeres y los hijos dentro del hogar. Muchas mujeres han resultado maltratadas por la convivencia constante con el agresor. En nuestra encuesta, 38 % reportó conocer a una mujer que sufrió  de violencia durante la cuarentena”, expresó.

Sin embargo, Flores dijo que el 79 % reportó que no fue víctima de violencia de género, a pesar de reconocer fácilmente las agresiones en personas conocidas.

“Inferimos, lamentablemente, que de alguna forma hay una naturalización de la violencia de género porque la reconoces frente a ti, pero es muy probable que no reconoces cuando eres violentada. Muchas de nuestras mujeres que sufren agresiones creen que no es mayor cosa y que ese momento va a pasar. Es la naturalización de la rutina violenta en los espacios privados de la familia”, añadió.