Prensa Mincyt/IVIC/Loengry Ascanio.- Desde hace aproximadamente 30 años, un grupo de investigadores se ha dedicado a preservar la vida de la cotorra margariteña (Amazona barbadensis), con el propósito de garantizar su estabilidad y sostenibilidad.
Debido a ello, desde hace más de una década, la población de esta especie ha aumentado; sin embargo, entre los años 2018 y 2020, el incremento ha sido considerable. En la actualidad, se cuenta con 1700 cotorras en la isla de Margarita, estado Nueva Esparta.
Esta información fue dada a conocer por el investigador del Centro de Ecología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicos (IVIC), Jon Paul Rodríguez, en su ponencia “La conservación funciona”, presentada en el ciclo de videoconferencias que se están desarrollando, de manera telemática, por el 62 aniversario de este instituto.
Estas actividades demuestran los alcances que ha tenido la ciencia a través de los investigadores que forman parte del IVIC.
Durante su ponencia, el experto en conservación detalló el trabajo que él, junto a otros investigadores y numerosos aliados, han venido realizando en la península de Macanao para preservar la vida de la cotorra margariteña.
Rodríguez indicó que esta especie del género Amazona ha sido adaptada para vivir en un ambiente árido y explicó, además, que “hacen nidos en troncos de árboles, llamadas cavidades secundarias; es decir: ellas no abren el hueco, pero lo amplían una vez que este crea orificios por sí solo”.
Una de las principales amenazas, para esta especie, es su captura para ser utilizada como mascota. Otro de sus riesgos es la transformación de su hábitat por las minas de arena en la península de Macanao, precisó el ecólogo.
Además, comentó que el trabajo de campo ha permitido la adaptación de estas aves en los espacios: “Implementamos la técnica de los nidos nodriza. Hemos tenido que reparar nidos debido a que los saqueadores vienen a remover los pichones, pero, o más interesante, es que las cotorras vuelven para continuar en estos, por lo que hemos utilizado nidos artificiales. En un principio, no fueron de gran ayuda, pero, una vez que los mejoramos, se alcanzó el objetivo con éxito”, señaló el investigador del Centro de Ecología.
Jon Paul Rodríguez manifestó la gran labor que sus colegas y aliados han realizado durante el proceso de conservación de esta especie, lo que asegurado, por ejemplo, que, en su seguimiento durante 10 meses, mediante radiotransmisores, se demostrara la incorporación de animales recuperados del comercio ilegal a la vida silvestre.
La ciencia venezolana nuevamente ha llevado el liderazgo en el diseño y en la implementación de intervenciones para decir sí a la conservación de las especies.