Investigadores venezolanos buscan mantener a raya la enfermedad de los cítricos conocida como «dragón amarillo»

Prensa Mincyt/Karina Depablos.- El Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) efectuó, en Caracas, un taller sobre la enfermedad de los cítricos denominada «Huanglongbing»; y el insecto vector que la transmite, el psílido asiático Diaphorina citri.

La jornada contó la participación de agricultores y científicos.Juan Mateus, director de Agricultura y Soberanía Alimentaria del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), ente adscrito del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, señaló que este insecto es poco conocido en Venezuela, no es nada común, por lo que su diagnóstico llegó muy tarde y está diezmando las plantaciones cítricas en el país.

«El huanglongbing se vio hace algunos años en el país, pero volvió a manifestarse en estos momentos y, ahora, está afectando a más del 50 % de la población de cítricas de Venezuela; lo peor es que amenaza con avanzar con mayor velocidad, al punto que si no tomamos medidas podemos perder una muy buena parte de la producción nacional de cítricos. Por eso, vemos escasez de limón y naranja», informó.

Venezuela refuerza protección de cítricos

El huanglongbing (HLB), popularmente conocido como «dragón amarillo», es una enfermedad producida por una bacteria que vive dentro de la planta del género citrus (limón, naranja y mandarina).

Durante el primer Taller para el análisis del Huanglongbing (HLB) y Diaphorina citri, realizado en el IDEA, Mateus explicó que es necesario y urgente intercambiar saberes con los campesinos y las campesinas para que reconozcan los primeros síntomas de la enfermedad, como son: ramas con hojas amarillentas, frutos de sabor agrio y formas asimétricas características.

«Necesitamos aplicar métodos de identificación rápidos de la enfermedad, pero sobre todo difundir al usuario y al productor de estos problemas para que comuniquen inmediatamente al Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral (Insai). La observación de las plantas es lo que más nos va a ayudar. Tiene mucho valor científico que nuestros productores, campesinos, las personas que tienen conucos detecten en forma precoz el amarillamiento anormal de algunas de las ramas en una planta», manifestó.

Para Mateus, los primeros síntomas son claves para que el agricultor y conuquero detecten el problema y puedan salvar sus plantas, porque cuando se extiende, lamentablemente, se debe eliminar la plantación cítrica.«Las ramas amarillentas son suficientes para ponerse alertas y reportar al Insai. Ellos hacen la visita y el equipo de trabajo va a detectar el vector; y si es HLB, empiezan a tomar las medidas, algunas tan drásticas como eliminar las plantas».

En este sentido, alertó «tomar en cuenta al productor y su dinámica económica, porque no es solo que se van a morir sus plantas de naranjas, sino que también se estaría dejando a un productor sin alternativas. ¡Hay que buscar alternativas, con el pueblo campesino!».

El investigador del IDEA aseguró que los norteamericanos han buscado opciones como crear «microinvernaderos» plásticos encima de las plantas. Con esta técnica, se logra aumentar las temperaturas (termoterapia) para que la bacteria disminuya su crecimiento, luego se procede a podarlas y se recuperan las plantas en la mayoría de los casos.

«En observaciones que se han hecho en campo, vimos que algunas regiones como los Andes, están exentas de esta enfermedad, por eso debemos investigar mucho más. No es una enfermedad fácil de identificar y fue confundida con deficiencias nutricionales, por eso se ha extendido tan rápido. Fue un diagnóstico tardío; sin embargo, estamos a tiempo de intensificar las acciones con el conocimiento científico y el conocimiento campesino», enfatizó.

A estudiar poblaciones de insectos

El científico Francis Geraud-Pouey, profesor de la Universidad del Zulia (LUZ), indicó que hay que tomar este problema nacional muy en serio. A su juicio, es determinante intensificar las políticas de Estado y aumentar los recursos para estudiar las poblaciones de los vectores, sus dinámicas, desplazamientos y factores reguladores naturales.

«Tenemos que manejar el problema de la transmisión por insecto; mantener a raya la población de insectos, y eso significa estudiarlos. Hemos venido siguiendo las poblaciones, pero eso son solo indicadores, no son la explicación de todo. Partimos de la llegada del insecto con muy altas poblaciones, como consecuencia de la colonización de territorios, y a medida que fueron apareciendo enemigos naturales como avispas parasíticas, hoy, están a muy bajo nivel. Lo podemos corroborar en viajes realizados a los Valles de Carabobo y Yaracuy», puntualizó.

En este sentido, Geraud señaló que la comunidad científica de Venezuela tiene la expectativa de que ya el insecto transmisor no sea el principal problema y así podrán enfocarse en el gran reto, que es propagar un injerto que no contenga yemas de plantas enfermas.

«Hay que limpiar las plantas que son buenas productoras, y asegurarse, por diagnósticos moleculares, que están libres de la enfermedad. Y si no están libres, hay formas de limpiarlas. Hay maneras de hacer propagación por vía de microinjerto; nos permitiría tener plantas madre sanas, multiplicadas y mantenidas bajo protección, para que no sean inoculadas con insectos», detalló.

Registro de biodiversidad

El investigador Pouey aseveró que, para atender la magnitud del problema de la enfermedad HLB, es imprescindible desarrollar un sistema de ayuda y de diagnóstico.

«Necesitamos una herramienta de manejo de la información, de recopilación y de análisis de esta información. Desde hace cinco años, hemos estado desarrollando una herramienta computacional, una base de datos única en el mundo, que recoge todos los aspectos biogeográficos, bioecológicos; es decir: de manejo de biodiversidad en general. Lo llamamos “registro de biodiversidad”», subrayó.

Insistió en que este registro facilitará el trabajo para estudiar la bioecología del insecto (vector) y hacer que esta información vital pueda mantenerse en el tiempo.


Venezuela consolida Colección Nacional de Germoplasmas de Especies Vegetales

Prensa Mincyt/Karina Depablos.- Especialistas en recursos genéticos, biotecnología, análisis fisicoquímicos, bioestadística y culinaria, del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), ente adscrito del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, ha orientado su labor científica para ampliar y mejorar la Colección Nacional de Germoplasmas.

De acuerdo con el científico Juan Mateus, director de Agricultura y Soberanía Alimentaria de este centro de investigación, hasta la fecha, esta reserva posee más de 170 variedades de cinco especies vegetales principales, como son: papa, yuca, batata, estevia y caña de azúcar.

Sin embargo, comentó que los científicos ya están aplicando la técnica de micropropagación in vitro para obtener semillas de cambur, plátanos, ocumo y ñame.

Se trata de un proyecto dirigido a fortalecer la conservación de semillas de especies de plantas alimenticias nacionales, que beneficiará a los pequeños productores, comensales e investigadores de estos cultivares.

“El objetivo de nuestra colección es impulsar la producción de alimentos para el pueblo, y eso se logra al incorporar variedades de semillas con alto rendimiento, y con una vocación bastante precisa; es decir: con el trabajo técnico, la biotecnología, podemos entregar a los campesinos la semilla que servirá para un determinado tipo de suelo. La colección está tipificada; podemos recomendar algunas variedades para los suelos ácidos del Llano, o para pisos de hasta 4 mil metros sobre el nivel del mar”, señaló.

Mateus explicó que esta importante reserva de semillas nació en los años 80. Sin embargo, indicó que, en los últimos años, el Instituto de Estudios Avanzados ha reorganizado sus esfuerzos para ampliar las variedades y mejorar los cruzamientos de especies en vista del bloqueo financiero criminal impuesto a Venezuela por parte de EE. UU.

“Las adversidades económicas nos permiten proyectar los potenciales que tenemos. Antes, lo importábamos todo. Ahora podemos planificar y hacer un proceso a gran escala. Por ejemplo, podemos sustituir la importación de al menos 20 % de harina de trigo por almidón de yuca, pero tenemos que introducir la que tenga mayor contenido de materia seca y rendimiento. Ahí está la oportunidad: debemos articular los esfuerzos científicos-tecnológicos y las políticas públicas para que sea rentable”, expresó.

Gestión de conocimientos

Según el científico Juan Mateus, es imprescindible incentivar al trabajador del campo a través del apoyo técnico y la formación constante, ya que son ellos y ellas quienes multiplican las semillas y pueden constatar el incremento del rendimiento por hectárea sembrada; en otras palabras: la productividad agrícola.

“Nuestra tarea es entregar el material mejorado a los productores. El IDEA tiene la colección más grande de variedades de yuca del país. Estamos impulsando la Alianza Científico-Campesina con el rescate, la conservación y la multiplicación de semillas soberanas. Hoy por hoy, tenemos 118 clones de yuca, 44 de papa, 5 de batata, 6 de caña de azúcar y 6 de estevia. Pero no todo depende de la ciencia y la genética, hay cosas que dependen de políticas de Estado para alcanzar la formación del campesino y el verdadero encadenamiento productivo”, enfatizó.

El investigador añadió que las semillas y plántulas del IDEA han llegado a casi todo el país, gracias a que las familias campesinas han replicado, con éxito, el proceso de multiplicación de semilla nacional, con su esfuerzo, dedicación, compromiso y sabiduría.

“En Venezuela, los trabajadores del campo son semilleristas. Aquí, anexamos empresas públicas y privadas. Vemos ejemplos como el de la Red de Productores Integrales del Páramo (Proinpa): son 600 productores multiplicando semillas en una docena de estados. La experiencia de las carmelitas descalzas en Chirgua; probaron variedades de las que tenemos aquí in vitro que vienen mejoradas de África, con un rendimiento por encima de las 40 toneladas por hectárea. Es un rendimiento similar a algunos países de Europa en el caso de la papa”, detalló.

Semilla botánica promete

El director de Agricultura y Soberanía Alimentaria del IDEA, Juan Mateus, informó que han iniciado estudios para producir la denominada “semilla botánica o sexual de papa”, también conocida como semilla verdadera de papa. Esta es una metodología conocida desde la época prehispánica. Fue retomada en los años 70, por el Centro Internacional de la Papa (CIP), en Perú; actualmente, es usada, en escala moderada, en algunos países asiáticos, africanos, centroamericanos y en Estados Unidos.

“No es la semilla-tubérculo de la papa propiamente. Es producir semillas de papa a partir de los frutos que se forman en las flores de plantas de papa. Tienen unos dos centímetros de diámetro, con alrededor de 200 semillitas en su interior. Se pueden sembrar en campo. En su primera cosecha, se consume una parte de ellas; y se guarda la otra para una nueva siembra, de la que se espera producir papas de tamaño regular, tomando en cuenta que la producida por la semilla botánica, directamente, es más pequeña, parecida a las que provienen de laboratorio en primera generación”, indicó.

Para el investigador del IDEA, se pueden aprovechar las ventajas que presentan algunas variedades de papa, puesto que se comportan como hembras y otras como macho-hembra, lo cual facilita los cruzamientos genéticos.

“Podemos identificar los mejores cruzamientos y, si se da la libre polinización con los insectos, ¡mucho mejor! Hay que hacer bastante investigación; no se ha avanzado mucho en el tema, pero la semilla botánica promete. Por ejemplo, nos da la posibilidad de producir semillas. En términos globales, cien gramos de esta semilla pueden servir para una hectárea, en lugar de utilizar un camión de papa grelada (brotada) que pesa dos toneladas. Es un paliativo, una opción. La gente, incluso, puede guardar esa semilla hasta 40 años en la nevera y no pierde viabilidad”, puntualizó.