“Las redes sociales digitales muestran la intencionalidad capitalista de controlar los modos de pensar y actuar”

Prensa Mincyt/Karina Depablos. – De acuerdo con el profesor y psicólogo social, Fernando Giuliani, en la vida cotidiana, el tema de la tecnología ha permitido a las redes sociales digitales tener un enorme poder de penetración y capacidad de difusión para construir una realidad trivial alternativa.

“El control de la subjetividad no es un asunto nuevo, por lo tanto, creo que debemos entender que toda esta revolución tecnológica que pone sobre el tapete las construcciones virtuales, las posibilidades de control, no son nuevas, lo que es novedoso es la base tecnológica sobre la que están hechas porque nosotros no debemos hipnotizarnos con las redes pensando que los medios en sí han dejado de operar. Todo esto tiene un fondo: siempre la intencionalidad es controlar a la subjetividad, los modos de pensar, los modos de actuar; la emocionalidad del grueso de la población”, manifestó.

Durante su participación en el programa En clave política, transmitido por Telesur, Giuliani comentó que la disputa permanente en Latinoamérica es la construcción de imágenes y contenidos que cuestionen el sentido de la veracidad de la realidad en la cual nos desenvolvemos a diario.

“Esto supone una enorme complejidad. Lo que está ocurriendo con las redes sociales, en definitiva, no es otra cosa que el estímulo con un gran poder de condiciones que ya están. Es decir, ese trabajo que se hizo sobre todo en las últimas dos décadas del siglo XX que ha sido la trivialización de la existencia, la trivialización de la vida cotidiana, el ocultamiento u opacamiento de lo que son los grandes conflictos, devienen de estructuras injustas como lo es todo el modelo neoliberal”, enfatizó.

Para el especialista, el poder de las redes radica en estimular mucho más a un mundo que está, de alguna manera, predispuesta a la vulnerabilidad y superficialidad de los conflictos.

“Debemos seguir atentos a lo que debe ser el centro de las luchas por la emancipación de todo. Debe ser como una especie de vacuna para protegerse contra las redes; las redes están aquí y esto es una realidad ya de la vida actual. Ahora, estas tendencias que se van generando, estos sí son fenómenos propios de las redes; tienen un poder de penetración muy particular que no lo tienen los medios que generan una interacción”, expresó.

En este sentido, Giuliani reiteró que la batalla no es solamente con las redes sociales digitales, en otras palabras, hay que plantearse seriamente el control de la subjetividad bajo la lógica imperial en América Latina.

“Uno de los grandes problemas es el tema de la voluntad; nos cuesta mucho como seres humanos admitir, siquiera pensar que es posible que nos manipulen la voluntad. Esto ha sido estudiado y demostrado muchas veces en la historia. Sin embargo, ese poder de las redes, insisto, donde aparentemente hacemos uso de la libertad de expresión, pero también somos el objetivo de la imposición de los intereses del sistema hegemónico, incluso, para derrocar gobiernos. Entonces, aquí se complejiza mucho más la cosa, nosotros tenemos que enfrentar todo esto”, subrayó.

Insistió en que es necesario trabajar en la comprensión de la complejidad de estos fenómenos para distinguir en qué medida agentes externos manipulan la voluntad, afectividad, la manera de organizar el pensamiento, y los modos de relacionarse.

“El llamado es que denunciemos esto, que lo hagamos visible, que lo difundamos. Hay que crear una verdadera pedagogía, porque estas son guerras de otro tipo, es decir, estos son mecanismos de dominio, de control de subjetividad en los grandes medios. Es absolutamente necesario que nosotros nos mantengamos atentos. En Latinoamérica siempre fue una batalla, es decir, en todos los trabajos de la pedagogía crítica, todo lo que es pensamiento crítico. Tenemos un trabajo de educación popular, por ejemplo, nosotros tenemos grandes posibilidades de desarrollo en poblaciones donde estás cosas todavía no han llegado”, puntualizó.

El psicólogo social, Fernando Giuliani, señaló que otro de los grandes problemas es la falta de regulación que tienen las redes sociales digitales en todo el mundo, sobre todo en la región latinoamericana.

“Si intentamos cualquier regulación, inmediatamente aparece allí la acusación de que estamos atentando contra la autonomía, la libertad de expresión, pero hay que hacer su esfuerzo. Tenemos que buscar un conocimiento científico con una epistemología y una racionalidad obviamente distinta al conocimiento científico tradicional hegemónico. Tenemos que dar base científica para generar políticas de Estado que tengan elementos educativos para un ser humano crítico que se ha escamoteado no solamente con las redes, se le ha escamoteado justamente su libertad, en el sentido más amplio; su trascendencia reducida al sujeto consumidor, al sujeto individualista, apegado al aquí y al ahora”, explicó.

Finalmente, declaró que la población mundial debe hacer su esfuerzo para construir una sociedad nueva, no como un panfleto sino como un hecho de ejercicio de libertad, como ejercicio de discernimiento crítico.

“Este proceso tiene que ver con el arte, la ciencia; ahí tiene que ver las humanidades, el desarrollo espiritual de los pueblos de todo aquello que ha sido camoteado. Pero, además, ha sido camoteado y devuelto como empaquetado a través de unas misiones de realizaciones en lo material, en lo individual y en lo trivial. La banalidad de la vida, del ser humano es realmente espantosa. Tenemos que seguir haciendo esfuerzos en ese sentido y un elemento fundamental en todo esto pues tiene que seguir siendo el debate de las ideas”, precisó el experto.

Investigadores aportan ideas para propiciar ciudades comunales

Prensa Mincyt/Gustavo Rangel.- La conformación de ciudades comunales, su implicación para la vida y el avance de la generación de un modelo socialista fue objeto de extenso debate durante la conferencia “Comuna, territorio, soberanía: aproximaciones”. En dicho encuentro, organizado por el Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología (Mincyt), un destacado panel de expertos aportó ideas para la creación de estas ciudades en donde el buen vivir, desde un punto de vista colectivo, sea la prioridad.

En la actividad desarrollada vía telemática, el politólogo Charles Guissepi destacó que, para poder crear las ciudades comunales, el primer paso a dar es el de “descolonizar” los pensamientos de quienes desarrollarán y habitarán estos espacios.

Detalló que el primer cambio a darse en el campo de las ideas es el de romper con el paradigma eurocentrista que nos fue impuesto durante siglos y que, aún hoy, se mantiene presente en el inconsciente colectivo.

“La modernidad nos hizo creer que éramos seres individuales, pero en América Latina nunca fuimos individuales: nosotros somos comunidad, cumbe. Se nos ha intentado hacer perder esa idea originaria para dar paso a un sujeto que tiene una relación muy particular con el Estado (….). Nosotros estamos obligados a pensar la comuna como una instancia con una relación extendida entre el Estado social de derecho y justicia para proyectarlo hacia un Estado comunal que garantice la seguridad en todos los ámbitos”, enfatizó Giussepi.

Construcción planificada

Por su parte, el  geógrafo Alexis Lozada resaltó que, para que se pueda avanzar en el tejido de ciudades comunales, es necesario ahondar en todo lo relacionado con la planificación territorial, para que estas puedan ser levantadas, tomando en cuenta no solo las características geográficas, sino también las condiciones culturales de quienes ocupen estos espacios.

En este sentido, recalcó que la planificación debe realizarse de la mano con los habitantes del lugar donde se creará la ciudad, a fin de resolver las posibles discrepancias conceptuales que pueda haber entre quienes planifican y quienes habitan el territorio.

“En este momento histórico, en Venezuela, tenemos una oportunidad de oro para que la racionalidad esté acorde con los principios de participación e igualdad que nos plantea la Constitución. En este marco, hay un conjunto de leyes del poder popular que nos invitan para que este proceso de planificación sea compartido por la institucionalidad y el pueblo”, enfatizó Lozada.

Propuestas para la reproducción de la vida

Durante su participación en la referida conferencia, la bióloga Dayana Ortiz resaltó que, para propiciar las nuevas ciudades comunales, se deben tener como ejes transversales a la gente y a los diversos factores ambientales y ecológicos que los circundan. “El hábitat recrea el territorio”, recalcó.

“De cara a la consolidación de las ciudades comunales, es necesario que se realicen estudios de caracterización y de base para la planificación y la gestión desde la visión socioecológica urbana, a partir de síntesis metodológicas en las cuales se incorpora el diálogo de saberes con las comunidades”, detalló esta investigadora de dilatada trayectoria.

Asimismo, resaltó la necesidad de incorporar en las ciudades comunales aspectos de sostenibilidad ecológica que, como propiedades emergentes ecosistémicas, puedan configurar nuevas territorialidades que partan desde las visiones colectivas de las personas que conforman el entramado comunal.

Ciudades que sanan

Por su parte, la ministra para Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez-Ramírez, señaló que otro elemento a tener en cuenta para la generación de este nuevo modelo de ciudad es que estos espacios “no deben enfermar a sus habitantes”: deben ser territorios para la convivencia en comunidad y el buen vivir.

De acuerdo con lo dicho por la ministra, las ciudades comunales no pueden reproducir el modelo que existe actualmente en donde la contaminación, el consumismo y el aislamiento social pasan a ser factores que, con el pasar del tiempo, deterioran la salud de las personas.

“La convivencia común es histórica en nosotros, viene desde nuestras raíces ancestrales y está en nuestros genes (…). Hay una serie de valores que definen la naturaleza humana de pueblos como los nuestros y que nos llaman a romper con paradigmas que, hoy, nos hablan de dominación, de sufrimiento e incluso condicionan las enfermedades de los pueblos”, alertó.

Desafíos para las ciudades comunales

Para el psicólogo social, Fernando Giuliani, la conformación de las ciudades comunales enfrenta varios desafíos de cara a romper con las relaciones de dominio y depredación que nos ha dejado el sistema capitalista.

Explicó que, entre los retos, se encuentra la deconstrucción de la cultura patriarcal; la generación de procesos sociales de trabajo liberado, de territorios libres de violencia, de convivencia de paz, cuidado de la vida, ecosocialismo; defensa de la integridad territorial y de la soberanía nacional; transferencia de competencias; eficacia y eficiencia socialista.

En este sentido, advirtió que el sistema de agregación comunal plantea promover el socialismo en experiencias concretas. “Lo que vaya a pasar en las ciudades comunales tiene que ser la base de cómo nosotros queremos construir la sociedad en su conjunto y cómo la gente ejerce el autogobierno en los territorios. Esto debe tener una metodología de planificación y una hechura”, subrayó Giuliani.

El investigador valoró el esfuerzo del Mincyt para amalgamar conocimientos, desde el encuentro y el debate de ideas, orientados a la comunalización del poder, de la economía, de la vida cotidiana en el país. 

El conocimiento, un derecho de los pueblos

El término ciencia proviene del latín bajo el vocablo scientia, el cual, a su vez, remite a “conocimiento”. Hablamos de un tipo de conocimiento que se desarrolla bajo ciertas reglas específicas integradas y articuladas en un método, a través del cual se producen teorías sistematizadas que permiten describir y explicar diversos fenómenos naturales o sociales.

Este conocimiento es producido y compartido por una determinada comunidad científica de la cual forman parte aquellas personas que se han preparado a través de programas de estudio en diferentes áreas de especialización y quienes manejan ese conocimiento en el mundo científico y lo difunden hacia otros sectores de la sociedad. De esta forma, el conocimiento científico también es aplicado para la solución de infinidad de problemas en todos los ámbitos de la vida humana.

Buena parte de los impactos de este conocimiento lo podemos observar en nuestra vida diaria: prácticamente todos los objetos, desde los más sencillos, hasta las más complejas instalaciones y equipos, tienen una base científica y tecnológica. Ahora bien, aun cuando la ciencia y los resultados de la aplicación del conocimiento científico conviven con nosotros, no necesariamente tenemos mayor conciencia acerca de la variedad de factores, actores e intereses que se mueven en el entramado del mundo científico y, muy especialmente, en su vinculación con diversos intereses y centros de poder.

Hemos acuñado la idea, bastante ingenua, según la cual la ciencia es absolutamente “objetiva” y “neutral” y su quehacer se remite exclusivamente a producir conocimiento dedicado al bienestar de la humanidad, propósito este que, no dudamos, seguramente comparte la gran mayoría de quienes forman parte de la comunidad científica. Sin embargo, estos criterios resultan algo borrosos e insuficientes cuando examinamos la institucionalidad dentro de la cual históricamente se ha venido construyendo la ciencia en la mayor parte de la civilización occidental contemporánea.

La institucionalidad científica tradicional muestra, cuando menos, dos aspectos que dan cuenta de valores y sustentos ideológicos que no responden de ningún modo al pretendido criterio de neutralidad. Por un lado, podemos observar la tendencia de la ciencia tradicional a confinarse en su propio mundo, guiado y regido por criterios y principios internos orientados por la competencia y la jerarquización de cargos, roles y especializaciones.

Por otro lado, la ciencia y toda su institucionalidad (sus recursos, sus agendas de investigación y su desarrollo en general) están atravesadas en gran medida por intereses económicos y políticos, funcionales a los principios del capitalismo que capta y acapara el conocimiento científico para industrializar con criterios de mercantilización todas las áreas de producción, servicios y consumo de las sociedades actuales, como por ejemplo alimentos, farmacología, petróleo, comunicaciones, salud.

Ninguna de estas consideraciones son novedosas ni recientes. Muy por el contrario, son planteamientos críticos recurrentes a lo largo del desarrollo mismo de la ciencia, muchos incluso han surgido dentro del propio mundo científico.

En ese sentido, se observan corrientes de pensamiento que plantean la vinculación de la ciencia con conceptos tales como “ciencia abierta”, “accesibilidad al conocimiento”, “conocimiento colaborativo”, así como otros con mayor radicalidad que proponen la “descolonización de la ciencia”, “la ciencia al servicio de la liberación”, “soberanía científica”, como instrumentos para el bienestar y la transformación sociales.

Nada de esto ha sido ajeno a la Revolución Bolivariana, desde donde se le ha dado una importancia de primer orden al conocimiento científico y se ha mantenido un impulso permanente para desarrollar una ciencia propia y comprometida con el horizonte de la patria buena para todos, soberana, independiente y próspera en el marco del buen vivir.

Si todos estos planteamientos tenían una gran relevancia, lo cierto es que la pandemia de COVID-19 no ha hecho sino atizar la necesidad de prestarle la máxima atención al conocimiento científico y al papel de la ciencia. En efecto, hoy, en este contexto de pandemia todos volcamos la mirada hacia la ciencia con diferentes expectativas mientras los científicos se esfuerzan al máximo para desarrollar investigaciones que permitan conocer con mayor precisión al virus y, así, poder enfrentarlo.

Al mismo tiempo, las grandes corporaciones despliegan todo su poder para captar y capitalizar el conocimiento científico que les permita mercantilizar todo lo que sea posible en relación con la COVID-19 y generar, con ello, la máxima rentabilidad; los Gobiernos, aun desde modelos ideológicos y niveles de soberanía e independencia diversos, también dirigen su atención a la ciencia; y, por último, la gente, las personas comunes y corrientes, miramos también hacia la ciencia con la esperanza puesta en que, de la forma más rápida posible, se logren tratamientos y vacunas que garanticen la vuelta a la “normalidad”.

Este escenario nos muestra que, aunque la ciencia tiene un indiscutible protagonismo en este momento, ni estos tiempos de pandemia ni los tiempos por venir de pospandemia pueden reducirse a un fenómeno exclusivamente científico.

Como suele ocurrir, el capitalismo predominante en el mundo occidental, aprovechará este tiempo de crisis pandémica para afianzar sus principios y sus lógicas mercantilistas y ejercerá todo su poder para sacar provecho de esta coyuntura. La ciencia, ¡a no dudarlo!, será uno de sus principales instrumentos.

Ante todo ello, debemos asumir un rol protagónico y enarbolar las banderas humanistas del pensamiento bolivariano y aliarnos con quienes también cuestionan e interpelan este modelo civilizatorio de la modernidad que ha puesto a la vida misma al riesgo de su extinción. También la ciencia debe ser un poderoso instrumento en esa batalla.

Hoy, ante la pandemia global, es imperativo buscar alternativas en todos los órdenes: políticos, económicos, sociales, culturales y, también, científicos. Desde ese marco, no será la tradicional institucionalidad científica la que se erigirá como alternativa.

Es necesario continuar avanzando en la construcción de una nueva institucionalidad científica determinada por una ética que, de ningún modo, asuma un carácter neutral que no existe al conocimiento producido. Una institucionalidad científica que proponga y asuma al conocimiento científico como un bien común de los pueblos y la gente, y no como una mercancía para las grandes corporaciones que lo utilizan para maximizar la rentabilidad ni para los grandes centros de poder hegemónico que lo utilizan como instrumento de dominación y sometimiento.

Fernando Giuliani

Psicólogo social