Venezuela recupera práctica ancestral de uso de abono orgánico en cultivos

Prensa Mincyt.- El deterioro gradual de la calidad y la salud de los suelos, como consecuencia de las prácticas agrícolas modernas donde se hace un uso excesivo de fertilizantes, plaguicidas, funguicidas, aunado a la escasez de estos insumos impuesta por las medidas coercitivas unilaterales, ha abierto nuevas alternativas para mejorar los cultivos con microorganismos eficientes (biofertilizantes) y abonos orgánicos.

Alicia Cáceres, investigadora y especialista en microorganismos benéficos del suelo, quien forma parte de la Alianza Científico-Campesina que impulsa el Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología (Mincyt), insistió en que el rescate de las prácticas agroecólogicas ancestrales es esencial para cuidar la vida.

“Estos cambios en las formas y los procesos de producción han sido importantes en el establecimiento de cultivos, en armonía con la naturaleza, en los estados Mérida y Miranda”, afirmó Cáceres.

Los abonos orgánicos son sustancias que están constituidas por desechos de origen animal, vegetal o mixto que se añaden al suelo con el objeto de mejorar sus características físicas, biológicas y químicas.

«Estos pueden consistir en residuos de cultivos dejados en el campo después de la cosecha, cultivos para abonos verdes (principalmente leguminosas fijadoras de nitrógeno), restos orgánicos de la explotación agropecuaria (estiércol)», aseguró la investigadora. 

Al descomponerse estos abonos, el suelo se enriquece con materia orgánica, y la liberación de nutrientes ayuda a mejorar las características físicas, biológicas y químicas de las superficies.

El uso de seres vivos microscópicos ofrece una alternativa sostenible enfocada a incrementar la producción de los cultivos y la fertilidad de los suelos. 

“Los microorganismos son seres vivos microscópicos los cuales desempeñan múltiples funciones en los ecosistemas, facilitan el crecimiento y desarrollo de las plantas y mejoran las propiedades físicas y químicas del sustrato, evitando la pérdida del suelo por erosión en caso de deforestación o manejo de los suelos desde el punto de vista agrícola”, indicó Cáceres. 

Cáceres, quién estudió Biología en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela, señaló que específicamente los microorganismos edáficos son un componente importante involucrado en el mantenimiento de la fertilidad del suelo. 

Relevancia para el sector agrícola 

La investigadora informó que, recientemente, el uso de microorganismos benéficos como base de los biofertilizantes, ha adquirido gran relevancia en el sector agrícola, al ofrecer una opción sostenible enfocada a optimizar los cultivos y la fertilidad de los suelos. 

“Comprenden un grupo heterogéneo de microorganismos asociados en simbiosis (micorrizas y rizobios) o de vida libre con la capacidad de estimular el crecimiento vegetal, proteger a las plantas contra el ataque de patógenos o tolerar condiciones de estrés abiótico (altas temperaturas, salinidad, y baja disponibilidad de agua)”, dijo Cáceres.

Asimismo, dio a conocer que la promoción de crecimiento vegetal, de manera directa por microorganismos, involucra mecanismos que facilitan la toma de nutrientes del suelo y el crecimiento de las especies. 

Entre los beneficios que proporcionan al sector agrícola, Cáceres mencionó: fijación de nitrógeno; la solubilización de minerales, como potasio y fósforo, que los hacen disponibles para las plantas; producción de fitohormonas y mineralización de compuestos orgánicos.

Otro beneficio que presenta el uso de estos organismos es la reducción de los costos económicos de producción agrícola, debido a una menor aplicación de fertilizantes y plaguicidas sintéticos o al uso eficiente de estos por las plantas, el nitrógeno y el fósforo.

Investigaciones que dejan huella 

Alicia Cáceres relató que lleva 25 años trabajando en aspectos relacionados con los hongos micorrízicos arbusculares en restauración ecológica de ecosistemas boscosos perturbados y sistemas cultivados en el Laboratorio de Nutrición Mineral de Plantas Silvestres, de la Universidad Central de Venezuela. 

Enfatizó que el laboratorio cuenta con un equipo de profesionales que labora en producción de inóculos de micorrizas para realizar pruebas locales: “Se han realizado ensayos de inoculación con micorrizas nativas en especies arbóreas y de cultivo y, en los últimos años, hemos participado en proyectos que implican producción de rubros alimenticios a través del cultivo in vitro, junto a la profesora Maira Oropeza, y su aclimatación en campo a través del uso de micorrizas”, resaltó Cáceres.

Uso de aguas residuales tratadas optimiza rendimiento de cultivos

Prensa Mincyt/Miroslava Cariel.- La reutilización de las aguas residuales tratadas se ha convertido en una alternativa fiable, entre los recursos hídricos convencionales, para su aplicación en la agricultura. Su uso reduce el problema de la baja disponibilidad de agua para el riego de los cultivos en las zonas de tierras muy secas, y ayuda a los productores a sobrellevar las consecuencias del cambio climático, según declaraciones de Frank Ramón Zamora, doctor e investigador, experto en ciencias agrícolas.

«Es fundamental poner a disposición del público información clara y actualizada sobre la importancia de reciclar las aguas residuales. Además, conocer sus beneficios para la agricultura incrementa la confianza en la reutilización de estas aguas y promueve la efectiva valoración de este recurso hídrico», aseguró el especialista Zamora.

En 2007, el doctor Zamora y los científicos Neftalí Rodríguez y Dulio Torres realizaron una investigación, en una primera fase, con el objetivo de determinar el efecto de riego con aguas residuales tratadas sobre las propiedades químicas y biológicas del suelo en la llanura de Coro, estado Falcón.

En dicho estudio, se expresa que el uso de aguas residuales reviste cada día mayor importancia en las zonas áridas y semiáridas del mundo, incluso desde el punto de vista socioeconómico. “Ante el fenómeno de la sequía, el uso de aguas residuales es una alternativa. Por ejemplo, la experiencia que existe en la llanura de Coro, sobre el uso de estas aguas, permitiría reactivar al menos 200 hectáreas para la producción agrícola”, aseveró Zamora.

El especialista consultado afirmó que existe evidencia científica sobre los beneficios de las aguas residuales tratadas, utilizadas en la agricultura: “Una mayor reutilización disminuye la extracción de masas de aguas superficiales y subterráneas; promueve el ahorro de otras fuentes de agua y garantiza un alto nivel de protección del ambiente”.

Al reutilizar estas aguas para el riego con fines agrícolas, se favorecería la recuperación de los nutrientes del agua tratada y se beneficiarían los cultivos, mediante técnicas de fertilización orgánica. Con ello, se lograría reducir significativamente la aplicación de fertilizantes químicos y tributar con la sostenibilidad del suelo como recurso determinante en la producción agrícola.

“Estas aguas mejoran las condiciones de fertilidad de los suelos, pues aumentan los niveles de elementos nutricionales fundamentales para el desarrollo y el desempeño de los cultivos, como nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y magnesio. Su reutilización constituye un recurso apropiado y efectivo para recuperar suelos degradados. Además, aumenta la respuesta de los cultivos y disminuye el uso de fertilizantes”, explicó Zamora, quien también es investigador de la Corporación para el Desarrollo Científico y Tecnológico (Codecyt), ente del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología (Mincyt).

El principal reto sigue siendo acrecentar el porcentaje de reutilización de las aguas servidas, con tratamientos seguros que eliminen los riesgos para la salud humana y ambiental, a nivel mundial. Países como España y Portugal son pioneros en tratamientos seguros de aguas residuales para uso agrícola.

En este sentido, Zamora manifestó que “esta es una práctica agroecológica amigable con el ambiente”. Garantizar que se disponga de suficiente agua para el riego de los campos, en particular en aquellas zonas donde hay carencia de este recurso, puede ayudar a prevenir la escasez de cosechas y la falta de alimentos, otra de las grandes ventajas del uso de aguas residuales tratadas.

Balconcito de Barinas abre ventanas apícolas con la ACAV

Prensa Mincyt.- Investigadores de la Academia de Ciencias Agrícolas de Venezuela (ACAV) y comunidades organizadas de Balconcito, en el estado Barinas, consolidan un proyecto de ventanas apícolas, cuyo objetivo es preservar y aumentar las poblaciones de abejas y polinizadores, además de fomentar entornos de valor asociados a la apicultura.

Samuel Escalante, investigador y apicultor de la ACAV, indica que este trabajo ha permitido el establecimiento de dos unidades de producción apícola comunitarias, durante la pandemia de COVID-19.

El proyecto, según este científico, lleva un nombre simbólico, ya que, “al abrir una ventana, se puede observar algo desconocido, curioso y, a la vez, interesante; como lo es proteger las abejas y los polinizadores, principales responsables del equilibrio biológico del planeta y polinizadores de la mayoría de los cultivos”.

Explica que la apicultura no solo se enfoca en la producción de miel, sino que de ella también se obtienen otros derivados de la colmena, como el polen, la cera, la jalea real y el propóleo utilizados en la fabricación de productos de higiene, cosmética natural y de alimentos nutracéuticos; por tanto, “este proyecto es una oportunidad para elaborar un gran número de artículos que puedan motorizar la economía local y nacional, y permitan hacer frente al bloqueo y crear formas de producción armónicas con la naturaleza, no destructoras ni depredadoras».

Sistematización comunitaria

Con orgullo, Escalante relata que el pueblo campesino ha mantenido la verificación periódica de las dos unidades de producción apícola, una sistematización que permite arrojar datos importantes, como los niveles de producción de cera, la reproducción de la abeja reina, la presencia de zánganos (abejas machos) y el seguimiento a enfermedades que son tratadas a través de prácticas agroecológicas, mediante el uso de las plantas propias de la zona.

“En el proceso de investigación, la comunidad realiza la sistematización de los datos, creando un historial de los factores que inciden en el desarrollo de la colmena, tanto positivos como negativos, lo que hace posible la toma de acciones correctivas en el momento preciso”, subraya el barinés.

Colmenares para la patria

En Venezuela, profesionales de la ACAV determinaron una expansión de la frontera agrícola en el piedemonte barinés, lo cual disminuye áreas de bosques naturales para mantener en equilibrio y aprovechamiento las abejas: Apis mellifera (con aguijón) y meliponinos (sin aguijón). De ahí la iniciativa de abrir ventanas apícolas en la población de Balconcito.

Las abejas pertenecen al grupo de polinizadores más importantes en el mundo. A ellas se les atribuye la producción del 75 % de los cultivos de consumo humano, ya que permiten y facilitan la fecundación de las plantas para la obtención de semillas y frutos.

Escalante agrega que la experiencia liderada por la ACAV proyecta acompañar ventanas apícolas en otros territorios fuera del estado Barinas, con el fin de fortalecer la producción de miel nacional y arrancar, al 100 %, la planta de procesamiento de este centro de investigación con mieles venezolanas consideradas como exóticas y en extremo deliciosas.