“Debemos asumir una postura no convencional para producir”

Prensa Mincyt/Karina Depablos.- De acuerdo con la ecóloga Liccia Romero, en el campo agroalimentario es necesario aplicar la innovación y el conocimiento como herramientas para el cambio y la transformación con el objetivo de generar bienestar en la población.

“Si pretendemos intervenir en una comunidad como investigadores tenemos que asumir una postura distinta a la convencional, y esto implica asumir la experiencia investigativa como una experiencia vital, una perspectiva vivencial que implica posicionarse existencialmente en el lugar de trabajo y con la gente. Además, se necesita desarrollar una investigación contextual que permita entender las distintas escalas desde lo local a lo global”, explicó.

Durante su participación en la edición del foro  telemático denominado «Ciencia, innovación y la Venezuela productiva», Romero dijo que un gran ejemplo de innovación y técnica aplicada a la producción de alimentos puede verse en los Andes venezolanos, en donde el protagonismo comunitario logró rescatar y producir exitosamente semillas de papa nativa.

“Específicamente en Mérida, allí ellos reciben el acompañamiento académico de los investigadores y técnicos para complementar la producción bajo criterios de sustentabilidad, búsqueda de excelencia, inclusión social, respeto de género, promoción e innovación y el refrescamiento generacional. El propósito de esta innovación, en la que hemos trabajado por más de 20 años, ha sido reconstruir la comunalidad de la semilla, es decir, la soberanía comunitaria de la semilla como ente biológico y sus sistemas de conocimiento asociados integrales”, detalló.

En este sentido, la investigadora resaltó que hay una clara divergencia en el mundo de la semilla corporativa y la semilla campesina que repercute en la biodiversidad y en el producto final que llega a los hogares venezolanos.

“El mundo de la semilla campesina está integrado por pequeñas unidades de producción, esos conucos y huertas bajo manejo familiar que se relacionan entre ellas y forman parte de una serie de elementos y de institucionalidad campesina para ayudar a todo lo que es su reproducción, y diversificación, mantenimiento y su circulación”, expresó.

La investigadora señaló que, gracias a la Alianza Científico-Campesina, se ha logrado crear una red de semilleristas en varios estados del país que busca la conservación, masificación e intercambio de semillas autóctonas no solo de papa sino de diversos rubros venezolanos.

 “Para encarar la producción de papa nativa y cubrir el andamiaje nacional falta un tejido sociocomunitario que tenga una conexión real con los sistemas campesinos. El trabajo debe ser crear un puente entre la semilla campesina y la reproducción para la producción nacional.  Desde 2015, comenzamos un proyecto comunitario que es una red para la conservación e intercambio de las semillas de papas nativas, donde el protagonismo lo tienen los maestros y las maestras semilleras”, indicó.

Agregó que las comunidades organizadas tienen la iniciativa y la capacidad de innovación “solo requieren asistencia técnica y seguimiento en los procesos, así como apoyo en la industrialización, la distribución planificada, financiamientos y en la inclusión del sector en las políticas públicas en los niveles local y nacional”.

La ecóloga Liccia Romero subrayó que, con la llegada de la pandemia, se registró un valor agregado en el proceso de transformación alimentaria pues hubo un importante despegue en la participación de las mujeres, así como los jóvenes en zonas rurales.

“Es importante atender la sustentabilidad generacional del conocimiento, es decir, que la población se mantenga en el campo. Hay que abocarse a esta polarización entre ciencia y comunidad. Para mí, hay muchas esperanzas, hay muchísima apertura. La familia campesina tiene mucha disposición; cuando hay relaciones de respeto y reglas claras de juego se pueden hacer muchas cosas desde la escala comunitaria para trascender a la escala nacional”, puntualizó.

“El tema de la agroecología debe ser una obligación en Venezuela”

Prensa Mincyt/Karina Depablos. – Actualmente, en América Latina se evidencia un aumento significativo en la práctica de la agroecología, que no es otra cosa sino una nueva manera de aplicar los conocimientos tradicionales y científicos con el fin de producir alimentos más saludables, sin perder de vista la atención y la conservación de los recursos naturales y la biodiversidad.

De acuerdo con el biólogo Prudencio Chacón, Venezuela necesita, urgentemente, trascender al modelo de producción agroecológico, apoyado desde el nivel legislativo para impulsar la transición.

“La agricultura familiar de pequeña escala, la del conuco, la de los patios productivos, que es lo que conocemos en los pueblos pequeños, lo que practican los indígenas, es lo más parecido a la agroecología. El tema de la agroecología es una obligación. En Venezuela, ya se estima que hay unas 100 mil hectáreas de superficie bajo este tipo de práctica. Hay investigación, hay gente organizada, hay formas de producción, pero yo creo que debe haber una declaratoria real de transición a lo agroecológico”, explicó.

Durante su intervención en la segunda edición del foro telemático denominado «Ciencia, innovación y la Venezuela productiva», el investigador insistió en que si Venezuela alcanzó la municipalización de la educación también puede hacerlo en un tema vital como la agricultura sostenible.

“Todo está muy relacionado con la comunalización, es decir, la importancia de las comunas, la producción local de los alimentos para el consumo local. Debemos pasar de una agricultura de sobrevivencia a una de excedente. Aquí surge la interrogante: qué puede hacer el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. Seguir avanzando hacia el desarrollo de tecnologías alternativas agroecológicas para los cultivos y la producción animal”, expresó.

El especialista comentó que el sector científico-tecnológico nacional puede mirar y atender problemas como el trabajo familiar no pagado que, muchas veces, no se registra en los análisis de costos de la producción campesina.

“Los investigadores pueden extender la mirada a la transformación de alimentos en pequeña escala, los bancos locales de semilla, los bioinsumos, la producción local para insumo local, cómo podemos organizarnos para eso y la consideración del cambio climático local como un escenario real y determinante”, acotó.

Chacón reiteró que es muy importante definir en qué situación estamos como nación para avanzar en un sistema productivo que respete al entorno.

“A partir de esta línea base, y el tiempo de tipo político, se podrán establece una planificación desde el punto de vita de la ciencia y la tecnología, el establecimiento de metas y los mecanismos que permita avanzar, transitar hacia la agroecología. Todo esto debe ser una decisión política porque el sistema se cambia políticamente y se le da sustancia con la acción de todos y todas”, enfatizó.

Cuál es la realidad

El biólogo Prudencio Chacón aseveró que está en juego la supervivencia de la especie humana y por eso ya es hora de actuar para cambiar el modelo civilizatorio actual.

“Venezuela viene de una situación económica mundial, y a nosotros, particularmente, nos afectan dos cosas adicionales: la pandemia y un bloqueo financiero que estamos sufriendo por parte de la hegemonía y sus aliados. Pero es muy importante reconocer que somos un país de importadores netos de alimentos, es decir, compramos más alimentos que el que nosotros importamos, el problema es que tenemos una producción de alimentos que ha sido deficitaria”, declaró.

Subrayó que, por ejemplo, en 1950 la producción agrícola del país era de 2577 metros cuadrados cosechados por habitantes, y, para 2019, la cifra apenas oscilaba entre 400 o 500 metros cuadrados, lo que quiere decir que es una situación bastante crítica con un incremento notable en la importación de alimentos.

“Los tres rubros alimentarios que más se importan en Venezuela tienen que ver con los cereales, las leguminosas y con las grasas. ¿La razón? Estos rubros están conectados con el modelo agroindustrial predominante. Los cereales son para la preparación de alimentos balanceados de animales. El trigo es para la pasta y panadería. Nosotros tenemos esa dieta completamente importada, es una parte de nuestra colonización”, manifestó.

Prudencio Chacón añadió que esta dependencia agroalimentaria se debe a un desmontaje de la agricultura venezolana que viene desde, prácticamente, la aparición del petróleo.

“Ahora, tenemos dos formas básicas de producción: la agricultura asociada a las cadenas agroindustriales y la agricultura de pequeña escala. Ambas, lamentablemente, tienen una alta dependencia de insumos químicos y de fertilizantes importados, y esto es una gran debilidad, por el gran daño ecológico, social y económico. Y esto es lo que se debe cambiar de manera contundente”, puntualizó.

Prudencio Chacón añadió que esta dependencia agroalimentaria se debe a un desmontaje de la agricultura venezolana que viene desde, prácticamente, la aparición del petróleo.

“Ahora, tenemos dos formas básicas de producción: la agricultura asociada a las cadenas agroindustriales y la agricultura de pequeña escala. Ambas, lamentablemente, tienen una alta dependencia de insumos químicos y de fertilizantes importados, y esto es una gran debilidad, por el gran daño ecológico, social y económico. Y esto es lo que se debe cambiar de manera contundente”, puntualizó.