Prensa Mincyt/Karina Depablos.- Un reciente estudio reveló que las mujeres en Venezuela han sentido con mayor impacto los estragos de la pandemia de COVID-19 y el constante asedio imperial.
Este proyecto es una iniciativa de un grupo de féminas especialistas de la Universidad Central de Venezuela (UCV), la Universidad de Carabobo (UC), la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) y el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), y tiene como finalidad descubrir, en este sector de la población, los efectos emocionales, sociales y económicos que ha generado el confinamiento por la COVID-19, así como las medidas coercitivas impuestas por el Gobierno de EE. UU.
La doctora en Ciencias Sociales Mitzy Flores explicó que el estudio se basó en una encuesta aplicada a 530 mujeres, mayores de 35 años de edad, de todo el país, para analizar los temas que más las agobian en un momento crítico para el mundo por la pandemia del nuevo coronavirus y, en Venezuela, por los constantes ataques que afectan seriamente la economía y sectores tan esenciales como los servicios médicos.
“El 73 % de las mujeres que contestaron el cuestionario son jefas de familia y el 91 % son responsables del trabajo doméstico en el hogar. El tema que más las ha afectado es el acceso a la salud, medicinas y servicios básicos, como el agua, porque sienten que es muy difícil cumplir con las medidas de bioseguridad, si no cuentan con el vital líquido”, señaló.
Con base en las respuestas de las féminas, Flores, quien también tiene experticia en Políticas Públicas y Justicia de Género, declaró que la mujer venezolana siente la obligación de cuidar y proteger a su núcleo familiar por lo que, aparte de los problemas cotidianos, recibe una carga emocional extra que la lleva a estar exhausta y abrumada.
“Culturalmente, la sociedad les atribuye a las mujeres responsabilidades y roles específicos, y esto es un peso adicional para las mujeres, a diferencia de los hombres. Es una construcción social. La pandemia dejó ver lo que ocurre en el país y el mundo: la inequidad de género. El aislamiento social agudizó la situación que veníamos viviendo. Es una rareza en las familias venezolanas que el trabajo doméstico se comparta con la pareja; no es compartido”, enfatizó.
Una luz de esperanza
Durante su participación en el programa radiofónico Date con la ciencia, la investigadora Mitzy Flores aseguró que, aunque el estudio reveló que las venezolanas han padecido bastante en un año de cuarentena, también mostró que las mujeres usaron sus propios mecanismos para sostener y preservar la vida.
“Nuestra investigación dejó ver que la venezolana supo responder a la pandemia y se mantuvo activa y productiva. Las encuestadas buscaron siempre hacer otras cosas, buscaron apoyo en redes comunitarias, vecinales, con organización social lucharon para cubrir sus necesidades básicas”, subrayó.
En tal sentido, Flores indicó que uno de los aspectos más significativos del estudio fue que la población femenina respondió que se sentían sobrecargadas y cansadas, pero aseguraron que mantenían una actitud muy optimista y esperanzadora cuando pensaban en el futuro.
“Ante la pregunta de la vida pospandemia, 86.7 % de nuestras mujeres piensa que la vida va a cambiar y sus expectativas son muy positivas. Eso demuestra que ante la adversidad ellas ven una oportunidad de crecer y de contribuir a cuidar y velar por el bienestar de las familias”, puntualizó.
Lado oscuro del aislamiento
Sobre la convivencia en tiempos de confinamiento comunitario, la científica Mitzy Flores declaró que, a nivel mundial, la violencia de género ha aumentado notablemente durante la cuarentena por la COVID-19.
“El confinamiento, el aislamiento social ha aumentado los números de violencia contra las mujeres y los hijos dentro del hogar. Muchas mujeres han resultado maltratadas por la convivencia constante con el agresor. En nuestra encuesta, 38 % reportó conocer a una mujer que sufrió de violencia durante la cuarentena”, expresó.
Sin embargo, Flores dijo que el 79 % reportó que no fue víctima de violencia de género, a pesar de reconocer fácilmente las agresiones en personas conocidas.
“Inferimos, lamentablemente, que de alguna forma hay una naturalización de la violencia de género porque la reconoces frente a ti, pero es muy probable que no reconoces cuando eres violentada. Muchas de nuestras mujeres que sufren agresiones creen que no es mayor cosa y que ese momento va a pasar. Es la naturalización de la rutina violenta en los espacios privados de la familia”, añadió.