“Llegaron las langostas oscureciendo los cielos,
en oleajes rojizos bajo el sol,
y el sol quedó ante nuestra vista como un mamey,
como un mamey devorado por las langostas.
Cambió el color del mundo
y vi perros anaranjados mirando fijamente la tarde.
Las langostas cayeron una a una
y tú dispersaste tus llamas por la noche”.
Vicente Gerbasi, en Tirano de sombra y fuego
El pasado 28 de febrero se hizo pública la segunda agenda del Sexto Informe de Evaluación (IE6) del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) que trata sobre impactos, vulnerabilidad y adaptación frente a la crisis climática. La primera parte trató sobre las bases físicas del cambio climático, mientras que la tercera parte, que debe completarse en los próximos meses, tratará sobre mitigación y reducciones de gases de efecto invernadero. Es un documento que se divulga, aproximadamente, cada 7 años y es base para evaluar el estado del planeta y para guiar decisiones políticas cada vez más urgentes.
El primer informe, publicado en 1990, alertaba sobre los retos que presentaba la humanidad ante lo que se veía como una crisis climática a escala planetaria. Desde entonces, la información disponible, así como las técnicas de análisis, han ido mejorando sustancialmente y lo que han hecho es corroborar, cada vez con mayor grado de certeza, la gravedad de la crisis y la responsabilidad de la actividad humana y del modelo de desarrollo en dicha crisis.
La primera parte de este sexto informe ya afirma, de manera inequívoca, la influencia humana en los cambios observados, que la magnitud y velocidad a la que se producen los cambios no tienen precedentes en los últimos siglos, que el calentamiento continuará su curso y que muchos de los cambios son ya irreversibles, entre otros resultados impactantes.
Esta segunda parte del IE6 nos trae resultados poco alentadores. En el texto, se expone con alto grado de certidumbre que muchos de los impactos del cambio climático son irreversibles y un 40 % de la población mundial es vulnerable a los cambios. La crisis impacta, además, de manera desproporcional a mujeres e infantes, tercera edad, a los más pobres y, en particular, al Sur global.
Un hecho resaltante de este informe es que reafirma el carácter interdependiente de los factores físicos, ecológicos y sociales y por tanto la importancia de tratar el tema desde un enfoque multi e interdisciplinario. Asimismo, reconoce (que no es lo mismo que recomendar) que se deben integrar los diferentes sistemas de conocimiento valorando de esta manera los conocimientos indígenas y ancestrales para atacar el problema de manera efectiva.
El informe insiste en la importancia de mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C y es importante recordar que dicha meta fue la propuesta por la Cumbre de los Pueblos organizada por el expresidente Evo Morales, en la ciudad de Cochabamba, Bolivia, en 2010, luego del fracaso de la Cumbre de Cambio Climático de Copenhaguen. Dicha meta fue defendida por los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), de manera férrea, y se logró incorporarla en el Acuerdo de París, en 2015. Un logro diplomático de nuestros negociadores.
Un dato que no debe pasar por alto es que, en este significativo documento, participaron investigadores e investigadoras venezolanas. Coordinados por la científica Noemí Chacón, trabajaron, durante tres años, Ana Felicien, Jhonattan Bueno y Pedro Borges. También acompañaron en algunas etapas del proceso Mariela López, Adriana Silva y Meimalin Moreno. Todos y todas del Laboratorio de Ecosistemas y Cambio Global del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Uno de los editores es el también venezolano Carlos Méndez, quien es uno de los vicepresidentes del IPCC.
Este grupo de compatriotas trabajó específicamente en los capítulos 7 (bosques tropicales) y 12 (Centro y Suramérica) y contribuyeron con secciones comunes a todos los capítulos. Se trataron aspectos de la adaptación comunitaria y la integración de los sistemas de conocimientos indígenas, locales y científicos para aumentar de la capacidad de adaptación; la caracterización socioeconómica y biofísica de la región; la evaluación y generación de mapas de vulnerabilidad regional; y la evaluación de niveles de deforestación, reforestación y resiliencia de los bosques tropicales; además de proponer una nueva metodología para la evaluación de la vulnerabilidad frente a la crisis climática.
Son venezolanas y venezolanos que, en medio de una pandemia y atravesados por una crisis que incluye los efectos de medidas coercitivas unilaterales contra nuestra patria, ponen su talento, su compromiso y su corazón para ayudar a construir un mundo mejor. Un mundo diferente es necesario y creemos que es posible. La información está. Solo debemos presionar para promover los cambios necesarios.
Nerliny Carucí y Guillermo Barreto