Prensa Mincyt/Karina Depablos.- Especialistas venezolanos debatieron sobre la ciudad como un constructo humano, político y económico, que está destinado a replicar un modelo de consumo capitalista; por lo tanto, la ciudad no es neutra y se puede considerar un elemento de dominio y control de la población.
Durante el panel de discusión denominado “Ciudad, servicios, ambiente, y energía”, la investigadora Ovilia Suárez comentó que la ciudad termina siendo un espacio para la reproducción del sistema moderno de producción, en donde se relaciona la felicidad con facilidad.
“Erich Fromm planteaba que hay una sociedad del tener, donde el acento está centrado en la acumulación de bienes, tenencias y posesiones y que te da una característica, una identidad en función de las tenencias. También hablaba de una sociedad del ser donde el acento está centrado en el desarrollo del ser humano y en todas sus interacciones, de sus diferentes entornos. Sin embargo, se basa en una sociedad que cambió profundamente a partir del capitalismo, a partir de la sociedad de consumo desatada en el neoliberalismo”, explicó.
En tal sentido, el especialista Carlos Aponte destacó que la construcción de las ciudades ha traído consecuencias en la forma en como se ha ocupado el territorio y en el modo como se transforma a la naturaleza para conseguir un fin.
“Tenemos una concentración de producción, de consumo y de mano de obra que ha traído consecuencias importantes en los modos de vida y en el entorno. Se ve reflejado también en la forma como tradicionalmente hemos venido prestando los servicios que la ciudad demanda y dentro de esos servicios creo que dos de estos que son fundamentales: la energía y el agua. Precisamente por el impacto que tienen para la supervivencia de la misma ciudad”, enfatizó.
Para Aponte, la ciudad presenta una especie de dicotomía, por esta gran concentración de diversos elementos; pero, simultáneamente, porque tiene muchas fragmentaciones entre la sociedad y el ambiente.
“La relación de la ciudad con su entorno hay que revisarla y analizarla; es como si fuesen dos elementos completamente separados y como si no hubiesen consecuencias en cuanto a la actuación de la ciudad en su desarrollo y supervivencia, y con ese entorno que lo rodea, como si fuese un elemento externo. También hemos tenido fragmentaciones en cuanto a las distintas actividades que necesita la ciudad para su supervivencia, por ejemplo, la producción de agua potable para la generación de energía y la producción de alimentos”, expresó.
Por su parte, la investigadora Alexandra Mulino reiteró que Venezuela no es un espacio aislado de otros espacios, sino una formación social en el marco de una geopolítica y geoeconomía, por lo que responde, sencillamente, a la lógica de la división imperialista del trabajo, así como a un sistema de consumo y producción que está bien supeditado a su lugar, en esa área estratégica dominada por alguna hegemonía.
“Yo parto de la teoría de la dependencia crítica, me inspiro en Domingo Maza Zavala, Ramón Losada Aldana, entre otros economistas, quienes brillaron en la década de los 60 y 70 en Venezuela y en América Latina. Venezuela es una formación económico-social dependiente. No por voluntad política, sino porque, en términos políticos, desde la gesta independentista hasta ahora se ha luchado a sangre y fuego por lograr no solo la liberación política, ideológica, también en términos económicos”, subrayó.
De acuerdo con Mulino, en Venezuela, sus ciudades reproducen la lógica del capital en términos de consumo suntuario, sin sentido y sin ninguna perspectiva de corte nacionalista.
“No hay un sentido de redistribuir la renta, el capital. Justamente sucede por esta fragmentación, está alienación a la que nos han supeditado. Yo aprovecho e invito a que reactualicemos estas lecturas descolonizadoras. Desde la teoría de la dependencia crítica. El análisis es de carácter estructural, esto es muy importante decirlo en estos espacios de debate y de búsqueda de soluciones”, puntualizó.
Por último, como parte de la discusión, los investigadores insistieron en la necesidad de pensar la territorialidad, de pensar los territorios y de construir otras formas de relación social que partan de la solidaridad, la generosidad, el respeto y el reconocimiento de la diversidad.