Los millones de microorganismos que viven en el intestino humano, específicamente en la microbiota, juegan un papel fundamental en la salud. Un estudio reciente determinó que la conexión entre el intestino y el cerebro aporta las herramientas necesarias para la protección de la salud mental.
De acuerdo con el trabajo de la investigadora Yolanda Sanz, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el sistema nervioso central está en interacción permanente con el tubo digestivo y esta comunicación bidireccional se basa en la conexión de redes endocrinas, inmunitarias y neurales que sirven de canal conductor para transportar la información sobre el estado de las funciones de diversos órganos y el estado de salud.
“La microbiota intestinal nos protege frente al impacto de factores ambientales adversos e interactúa con diversos órganos y sistemas, regulando múltiples funciones fisiológicas, ya sea metabólicas, inmunitarias y neurales, que son claves para nuestra salud”, expresó Sanz.
Para el estudio de la microbiota intestinal, conocida también como flora bacteriana o flora intestinal, Sanz, patentó en 2020 una bacteria intestinal que podría aplicarse en el tratamiento de enfermedades en torno a la salud mental como la depresión y la ansiedad.
El intestino alberga alrededor de 200 millones de neuronas que se comunican permanentemente con las del cerebro. En efecto, los desequilibrios de la flora intestinal podrían estar implicados en algunas enfermedades neurodegenerativas, trastornos del humor o enfermedades psíquicas.
“El cerebro y el intestino se encuentran interconectados con una intensidad que nos permite afrontar los problemas asociados tradicionalmente a la ciencia psiquiátrica o psicológica”, apuntó Sanz.
Oficina de Gestión Comunicacional del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología / Periodista: Nailet Rojas Garcia.
