El impacto de una hora de vídeo en streaming, ya sea en Netflix, Filmin o Youtube, puede llegar a medir 55 gramos de dióxido de carbono (CO2), revela un informe publicado recientemente por la organización independiente, The Carbon Trust.
El portal web The Conversation destaca que estos servicios corren en la nube en una entidad abstracta y la mayoría de los usuarios no son conscientes de la cantidad de energía que requiere el funcionamiento de todos los servicios y aplicaciones digitales diarias.
Realizar búquedas en Google genera 0,2 gramos de CO2 y enviar correos cada segundo genera 4 gramos; por ello, de acuerdo con la organización la huella de carbono del consumo tecnológico debería dejar de ser invisible.
El estudio detalla que la nube se traduce en el plano material en los centros de datos como instalaciones que alojan los dispositivos de procesado, almacenamiento y comunicación. Además de estar presentes en distintos lugares y en escalas inimaginables por ser la columna vertebral del mundo digitalizado moderno.
Igualmente, asegura que estos centros de datos consumen una enorme cantidad de energía. «A nivel global, la energía necesaria para abastecer sus nodos de computación e instalaciones se estimó en unos 205 TWh en el 2018. Un valor que supone aproximadamente el 1 por ciento del consumo mundial de electricidad», reza el artículo.
Hasta ahora, la huella de carbono, producida por el uso de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), no ha dejado de aumentar y según estima la Red Global de la Huella Ecológica (Global Footprint Network), ya supone el 60 por ciento del impacto total del hombre en el ambiente.
Oficina de Gestión Comunicacional del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología / Periodista: Nailet Rojas García.
